Es delicioso el sabor del vino y del queso, sobre todo si están acompañados de recuerdos con sabor a miel. Han pasado seis años desde aquel día en que la conocí, durante los cuales posiblemente el tiempo nos ha separado, nos ha cambiado y ya no seamos las mismas adolescentes que se conocieron en su primer año universitario. Sin embargo, el tiempo no ha logrado borrar la confianza que existe entre nosotras. Pues, cuando la veo siento que es como regresar a la clase rosera en donde podía contarle todo sin limitaciones.
La clase rosera es un buen recuerdo, es el inicio de un grupo de amigos que fácil nunca fueron amigos, pero siempre intentaron serlo. Debo agradecer a la clase rosera, porque gracias a ella conocí a mi mejor amigo, a mi socio, a mi cancha, a mi vaca, a mi chorri, a mi breve, a mi zorro, a mi druponcio, a mi Son by 4, a mi paya y otros más que se encuentran en cada anécdota de esa clase.
Después de terminado es ciclo, se han producido varios intentos por juntar a toda la clase rosera, pero siempre han fracasado, son pocos los que se reunen, no siempre están todos, es que esa clase tenía el poder de juntarnos. Pero cada vez que esos pocos se reunen salen nuevas historias, leyendas, y anécdotas que siempre se relatan. Yo, de esa clase, tengo un recuerdo en especial: un vino de caja y una vaca adorable, mejor dicho admirable.
Estoy segura, que alguna vez has pensado en revivir recuerdos, sobre todo sin son especiales. Mi vaca y yo logramos revivirlos como parte de una promesa de hace tres años. Como parte de todo momento celebre mejoramos aquel momento, cambiando una caja de vino, por una botella de vino con una linda etiqueta, claro, acompañada de queso. Ahora, tengo un nuevo recuerdo especial y no porque mejoramos los ingredientes sino porque me di cuenta que en nuestra amistad nunca ha dejado de estar presente la confianza. Estoy feliz de ser amiga de una vaca, de visitar su establo, de escucharla y de que me escuche, de admirarla, de tomar vino y comer queso con ella. ¿Tú tienes alguna amiga vaca? Yo si.
La clase rosera es un buen recuerdo, es el inicio de un grupo de amigos que fácil nunca fueron amigos, pero siempre intentaron serlo. Debo agradecer a la clase rosera, porque gracias a ella conocí a mi mejor amigo, a mi socio, a mi cancha, a mi vaca, a mi chorri, a mi breve, a mi zorro, a mi druponcio, a mi Son by 4, a mi paya y otros más que se encuentran en cada anécdota de esa clase.
Después de terminado es ciclo, se han producido varios intentos por juntar a toda la clase rosera, pero siempre han fracasado, son pocos los que se reunen, no siempre están todos, es que esa clase tenía el poder de juntarnos. Pero cada vez que esos pocos se reunen salen nuevas historias, leyendas, y anécdotas que siempre se relatan. Yo, de esa clase, tengo un recuerdo en especial: un vino de caja y una vaca adorable, mejor dicho admirable.
Estoy segura, que alguna vez has pensado en revivir recuerdos, sobre todo sin son especiales. Mi vaca y yo logramos revivirlos como parte de una promesa de hace tres años. Como parte de todo momento celebre mejoramos aquel momento, cambiando una caja de vino, por una botella de vino con una linda etiqueta, claro, acompañada de queso. Ahora, tengo un nuevo recuerdo especial y no porque mejoramos los ingredientes sino porque me di cuenta que en nuestra amistad nunca ha dejado de estar presente la confianza. Estoy feliz de ser amiga de una vaca, de visitar su establo, de escucharla y de que me escuche, de admirarla, de tomar vino y comer queso con ella. ¿Tú tienes alguna amiga vaca? Yo si.
1 comment:
yo tengo una amiga bruja y es bellísima.
Amiga bruja, gracias por el post. Ayer me di cuenta que estaba tan cansada que mientras me hablabas murmuré algo del trabajo. qué locura. pero así cansada y todo, nunca tanto como para no abrir un vino especial con una amiga tan pero tan especial. te quiero.
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