Sunday, April 22, 2007

Basado en Imperfecciones de mi última cirugía plástica

Aunque el texto del gran sabio Pappo Willians Texaco no tenga mucha relación con el tema que presentare esta vez, quiero comentar que este tema me inspiro en lo que se leerá líneas abajo, pues me trajo a colación ciertas anecdotas que posiblemente he vivido o que solo pasaron en mi imaginación.

Una de ellas, fue casi una pesadilla, era invierno y se acercaba fiestas patrias, recuerdo que mis planes de viajar pero el interior del país se vieron opacados por un terrible gripe y por tanto tuve que ver como ellos partían y yo me quedaba en la terrible Lima. Si terrible, y terrible también sería lo que pasaría al llegar a mi casa, pues mi hermana de 39 años había llegado con la noticia de que se haría una cirugia plastica, yo pense ¿para que querer más tetas? las tiene perfectas, yo necesito tetas, tu no! Pero me había equivocado, su vanidad no iban por un tema referido al volumen; sino iban por un tema relacionado con la juventud. Así, mi hermana dio a conocer a toda la familia que, el día siguiente, 28 de Julio, dia de la independencia del Perú se haría una rinoplastia junto con lo que comumente se llama estirada de cacharro. Mi madre no tuvo mejor idea que ofrecerle nuestro hogar, y mi habitación para que pasara el post-operatorio; de esta manera, el día de la operacion cuando quería desmoronarme en mi cama tuve que hacerlo en un pequeño sillón de aquella clinica loca que me acogio por unas 12 horas que duro todo ese doloroso proceso. Al verla con las vendas, gasas, restos de sangre, labios inchados pude ver que mi futuro era incierto, posiblemente seguiría descanzando en un sillon pero en el de mi sala.
La peor parte llegó al día siguiente, que ya no solo se podía observar las vendas manchadas con restos de sangre, y gasas de mucosidad y sangre, su boca era dos veces más grande de lo normal, sus ojos eran hilos llenos de sangre cerrados por la resequedad de la sangre, no podía ver, no podía abrir la boca y lo peor de todo, aunque suene egoísta: necesitaba mi ayuda.
Así pasaron las semanas de un mes, ella invadiendo mi espacio, mi cama, y llenando mi cabeza de sus problemas, porque me había convertido en sus ojos. Me levantaba muy temprano, luego prepara su desayuno, acción poco frecuente en mi, puesto que ni siquiera lo hago por mi, después de ello, le daba el desayuno, pero la per parte era bañar a una mujer de casi cuarenta años, que la gravedad ya paso por ella.
Cuando, gentilmente acompañe a mi hermana al doctor era demasiado feliz, era la primera vez en esas tres semanas que estaba contenta por algo que haría por ella. Pues, el doctor le sacaría esas vendas, y sería mas autosuficiente. Lamentablemente, solo le quito las vendas, y la totalidad de los puntos, puesto que faltaba cicatrizar. Fue en ese momento, que tanto una mujer puede hacer por su belleza, mi hermana estaba soportando tdo tipo de dolor, sacrificio y me arrastraba a ello. Después, pasó una semana más de penurias, de dormir en el cómodo sillón de casa, que ya tenía la forma de mi cuerpo, y finalmente llegó el día de la consulta médica. Y vi la libertad, era libre otra vez, ya no enía puntos, pero seguía igual, no vi ningun cambio en ella. Y es acá donde vi las imperfecciones de la cirugía plástica.
Ahora, piensa que harías tu por ser más inda, más joven, más proporcionada. Yo, prefiero no dar comentarios, solo decir la conclusión a la cual llegue, y es que la verdadera belleza está en el hombre y no en la mujer, pues él no usa maquillaje, son pocos los hombres que se enfrentan a una cirugía, si es que no quiere tener otro sexo.

2 comments:

Anonymous said...

Me gusta como escribes... buena historia

Anonymous said...

despues de eso no me opero nunca